Cuando hace poco más de un año se aprobó el Programa de Ayudas para la Rehabilitación Energética de Edificios existentes del sector Residencial (PAREER), aquellos que trabajamos en este ámbito lo vimos como un rayo de esperanza que impulsaría las actuaciones en eficiencia energética en el parque de viviendas español, uno de los más despilfarradores de Europa, con un 60% de construcciones en las que no se tuvo en cuenta ninguna normativa al respecto.

Las ayudas, reguladas por el Instituto para la Diversificacion y Ahorro de la Energía (IDAE),  introducían  en el mercado un sistema de financiación con condiciones inmejorables, con préstamos reembolsables de hasta el 90% del coste de las obras con un tipo de interés del Euribor +0,0%.  La novedad de éste -y una de sus principales virtudes-  era la de que además ayudaba directamente al beneficiario final, sin que se lastrara la capacidad financiera de las empresas que intervenían en el proceso.

Desde su puesta en marcha,  Remica ha tramitado 21 expedientes de los que seis han sido aprobados por  IDAE  y 15 todavía están pendientes de resolución. En este sentido, pese a que aplaudo las ayudas sí me gustaría destacar que esta excelente fuente de financiación para el sector de la rehabilitación se está eclipsando, desde mi punto de vista, por dos motivos: enormes requerimientos de documentación y excesivos plazos en la resolución de las solicitudes.

Esto se puede contrastar con los datos ofrecidos por el propio IDAE: de las 330 solicitudes presentadas sólo 53 expedientes han sido aprobados, es decir, un 16%. Asimismo, de los 125 millones de fondos con los que fue dotado el programa para su periodo de vigencia hasta el 30 de octubre de 2015, sólo se han empleado 5,4, una cantidad bastante irrisoria si tenemos en cuenta que nos encontramos en el ecuador del programa.

En lo que se refiere a las trabas administrativas, tengo la sensación de que el esfuerzo burocrático que exige el PAREER resulta inasumible para las empresas pequeñas que, por tanto, se están viendo incapacitadas para poder ofrecerlo. Conscientes de la enorme información que demanda este programa, desde Remica acompañamos al cliente en todo el proceso, gestionando en su nombre cuanta documentación es requerida.

Otro aspecto que desde mi experiencia he podido comprobar que sería mejorable es el relacionado con los plazos de tramitación de las ayudas. El hecho de que la resolución de una solicitud de financiación suponga varios meses de espera está motivando que en muchos casos las obras que el solicitante pensaba acometer este año se pospongan  para más adelante hasta obtener los recursos financieros, postergando la obtención de los beneficios derivados de acometer las medidas de ahorro energético previsto. Este suele ser el caso de clientes del sector residencial.

Esta circunstancia hace que Remica, en aras de incrementar la satisfacción de sus clientes, esté asumiendo en muchas ocasiones el coste financiero que supone la ejecución de las obras  sin que las mismas cuenten todavía con la aprobación por parte del IDAE de los préstamos del programa PAREER.

En definitiva, estoy convencido de que la Administración es quien debe fijar las reglas de juego y marcar las líneas de actuación, pero creo igualmente que compete a las empresas y al sector financiero ejecutar estos planes.

Pedro Pablo Madrid