El pasado 28 de noviembre de 2018 los medios de comunicación se hacían eco de la nueva “visión estratégica” que ha adoptado la Comisión Europea (CE).

Bajo el título “Un planeta Limpio para todos, esta visión estratégica es una “hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica”.

O, en otras palabras, lo que la Comisión Europea está haciendo es estudiar “procedimientos rentables para conseguir que la economía europea sea más respetuosa con el clima y consuma menos energía”.

 

¿Por qué surge esta visión estratégica?

El Acuerdo de París firmado en 2015 establece la meta de limitar la subida de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y realizar esfuerzos por establecer dicha subida en 1.5 °C.

Todos los participantes en el Acuerdo de París (entre los que se encuentra la Unión Europea) están invitados en 2020 a enviar estrategias a cumplir a mediados de siglo.

Para que la UE pueda trabajar en estos objetivos, el Parlamento y el Consejo Europeo han invitado a la Comisión para que elabore una estrategia a largo plazo para la reducción de gases de efecto invernadero, en sintonía con lo firmado en el Acuerdo de París.

 

Hitos establecidos

La hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica presentada por la Comisión señala lo siguiente:

  1. – En 2050, la UE deberá haber reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero un 80% en relación con los niveles de 1990.
  2. – Para conseguirlo, antes tendrá que lograr una reducción del 40% en 2030 y del 60% en 2040.
  3. – Es necesario que contribuyan todos los sectores.
  4. – Esta transición es viable y económicamente posible.

 

Según la Comisión, la UE va camino de cumplir su objetivo de reducción de emisiones para 2020 y está adoptando legislación con vistas a su objetivo para 2030. Y para apoyar esta afirmación, presentan cifras:

  1. – La UE redujo sus emisiones en un 23% entre 1990 y 2016, al tiempo que su economía experimentaba un crecimiento del 53% durante el mismo periodo.
  2. – Las emisiones de la UE disminuyeron en un 0,7% en 2016, mientras que el PIB aumentó un 1,9%.
  3. – La UE sigue participando activamente en la política climática internacional y ha incrementado la financiación contra el cambio climático, hasta situarla en 20.200 millones de euros en 2016.

 

¿Cuáles son los próximos pasos?

“La finalidad de esta estrategia a largo plazo no es fijar objetivos, sino crear una visión y una dirección adecuada, trazar un plan para ello, e inspirar y permitir a las partes interesadas (investigadores, empresarios y ciudadanos por igual) desarrollar nuevas e innovadoras industrias, empresas y empleos asociados”, explica el comunicado de la CE.

Por ello, ahora la Comisión invita al Consejo Europeo, al Parlamento Europeo, al Comité de las Regiones y al Comité Económico y Social a considerar la visión de la UE para una Europa climáticamente neutra para 2050.

Y el próximo mayo de 2019, en el Consejo Europeo que se celebrará en Sibiu, los ministros de todas las formaciones pertinentes del Consejo “deben celebrar amplios debates políticos sobre la contribución de sus respectivos ámbitos políticos”.

 

En todo este contexto, ¿qué pasará con los combustibles fósiles?

Según la noticia publicada por el diario El País, “Bruselas plantea, entre otras cuestiones, que el 80% de la electricidad provenga de renovables en 2050 o utilizar la fiscalidad para luchar contra las tecnologías más sucias. A cambio, la Comisión defiende los beneficios económicos de esta transición para la UE”.

En este sentido, uno de los sectores que podrían verse más afectados es el del transporte, que actualmente trabaja en tecnologías alternativas a los vehículos que consumen combustibles fósiles.

Violeta Bulc, comisaria responsable de Transportes, está convencida de que todos los modos de transporte deben contribuir a la descarbonización de nuestro sistema de movilidad y alcanzar un nivel de cero emisiones para el año 2050.

“Esto requiere un enfoque sistémico con vehículos de emisiones bajas y nulas, un fuerte aumento de la capacidad de la red ferroviaria y una organización más eficiente del sistema de transporte, basado en la digitalización; incentivos para los cambios de comportamiento; combustibles alternativos e infraestructuras inteligentes; y compromisos globales. Todo ello impulsado por la innovación y las inversiones”, afirma.

 

 

¿Son estos objetivos realistas?

Los responsables de la CE consideran que es factible y beneficioso alcanzar los objetivos alcanzados en esta visión estratégica para 2050.

“En los últimos años, hemos demostrado cómo reducir las emisiones, creando al mismo tiempo prosperidad, puestos de trabajo locales de alta calidad y mejorando la calidad de vida de las personas”, explica Maroš Šefčovič, vicepresidente responsable de la Unión de la Energía.

Por su parte, Miguel Arias Cañete, comisario responsable de Acción por el Clima y Energía, se muestra convencido de que “a Europa le interesa frenar el gasto en importaciones de combustibles fósiles e invertir en mejoras significativas en las vidas diarias de todos los europeos”.

Este político explica que ninguna región europea debe quedarse atrás en esta evolución, por lo que anuncia que “la  UE prestará su apoyo a los más afectados por esta transición, a fin de que todos estén preparados para adaptarse a los nuevos requisitos de una economía climáticamente neutra”.